lunes, 20 de febrero de 2012

La trampa de género de Josefina Vázquez Mota


Lucía Lagunes Huerta*




Aprovechando el trabajo de años del movimiento feminista, Josefina Vázquez Mota usa su ser mujer y dice garantizar con ello que de llegar a la Presidencia de la República será distinta.


A qué será distinta Josefina o a quién; si es en relación al cuerpo, sin duda que será distinta, no existe en el mundo persona idéntica a otra. 


En lo que sí será igual es en la política que durante 12 años lleva el PAN y ha hecho de México el país que hoy tenemos: un México empobrecido y envuelto en una vorágine violenta.



El hecho de que Josefina Vázquez Mota haya logrado ser candidata del partido más conservador de nuestro país, es producto de más de 50 años de movimiento feminista por el respeto a los derechos políticos de las mujeres.



Y del trabajo arduo de los últimos 20 años, en los que las militantes de los partidos de izquierda y del movimiento feminista construyeron el andamiaje jurídico para las cuotas y la presencia de las mujeres en el escenario público, movimiento en el cual Josefina no ha invertido tiempo, dinero, ni esfuerzo.


Antes de Josefina como candidata a la Presidencia de la República, cuatro mujeres han estado en su mismo lugar.



La primera, doña Rosario Ibarra de Piedra (en 1982 y 1988, postulada –en ambas ocasiones– por el PRT), y quien es un personaje que encarna la lucha de las madres en la búsqueda de sus hijos, durante la guerra sucia que mantuvo el PRI-gobierno hacia las organizaciones sociales y políticas contrarias a él.



Marcela Lombardo Otero (en 1994, por el extinto PPS); Cecilia Soto (en 1994, por el PT), y Patricia Mercado (en el 2006, por el Partido Alternativa Socialdemócrata), quien es constructora del movimiento feminista y demócrata en el país, y que hasta hoy, sigue impulsando la democracia paritaria desde la sociedad civil, y a través de la iniciativa SUMA.



Josefina Vázquez Mota, alejada de esta construcción y beneficiaria de ella, hoy aluce al género en un desconocimiento que la lleva una y otra vez a contradecirse. 



El ser mujer, tener sexo femenino como hecho biológico no implica más que eso, ser la hembra de la raza humana; esto no la hace ni más buena, ni más inteligente, ni nada mejor en relación a los hombres como ella lo maneja y lo proyecta. 



No es por naturaleza, ni es herencia inscrita en algún cromosoma que el ser mujer la haga mejor ni más apta para gobernar un país; ella tiene una posición política, pertenece a un partido y cuenta con una práctica política que la define y nos indica que continuará, como ella también lo ha reiterado, con la política de sus antecesores, Vicente Fox y Felipe Calderón.



Como tampoco el ser mujer nos hace por naturaleza las “que siempre las riendas de la casa han de llevar, las que enseñan y educan, te inculcan lo primordial”, como narra su corrido que abrirá todos sus mítines y actos públicos de campaña, y que contradice la visión de género fomentando, además, una falsa idea de guerra entre los sexos.



Lo que la teoría de género explica es que nada de las asignaciones dadas hasta el día de hoy a las mujeres y los hombres son naturales por el simple hecho de tener un sexo biológico. Y explica que estas asignaciones son construcciones socioculturales históricas, que han legitimado la desigualdad femenina y han construido una supremacía masculina.



La perspectiva de género explica que los estereotipos han servido como anclajes históricos para discriminar a las mujeres y mantenerlas en el mundo privado, haciéndolas responsables de la administración de la casa, de la educación, la transmisión de la cultura, el cariño, haciendo de su vida y de sus cuerpos instrumentos al servicio de los otros, especialmente de los hombres.



Y los varones, al quedarse en la repartición con el espacio público, han sido los que históricamente se han apoderado del gobierno, la toma de decisiones, manejando, concentrando y distribuyendo los recursos económicos.



Josefina Vázquez Mota es beneficiaria de la lucha feminista, al igual que millones de mujeres en el mundo, pues las feministas han luchado por los derechos de todas las mujeres. Ser beneficiaria de esta lucha no la hace representante de las mujeres.



La historia también nos ha demostrado que una mujer funcionaria no necesariamente está a favor de nuestros derechos o enarbola los principios políticos del feminismo. El cuerpo femenino no es garantía de conciencia de género, como tampoco es que por ser mujer las mexicanas deban votar por ella.



Impulsar la idea de que las mujeres deben votar o apoyar a otras mujeres por el simple hecho de serlo se llama mujerismo, lo cual nada tiene que ver con el feminismo como corriente política-filosófica. Utilizar de manera proselitista el hecho de ser mujer como sinónimo de cambio político, es una deformación perversa. 



Si Josefina quiere ser distinta, eso implica un cambio de rumbo en su propuesta política; si fuera así ella no estaría abanderando al partido político que ha buscado regresar al siglo XVIII a las mexicanas a través de políticas que refuerzan su permanencia en el hogar y la sobrecarga de trabajo para ellas; esto no lo va hacer.



Sin duda la Presidencia no es una cuestión de género, el proceso político sí lo es.

 


*Directora general de CIMAC.




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