Lucía Lagunes
Huerta*
Aprovechando el trabajo de años del movimiento feminista, Josefina Vázquez Mota usa su ser mujer y dice garantizar con ello que de llegar a la Presidencia de la República será distinta.
A qué será distinta
Josefina o a quién; si es en relación al cuerpo, sin duda que será distinta, no
existe en el mundo persona idéntica a otra.
En lo que sí será igual
es en la política que durante 12 años lleva el PAN y ha hecho de México el país
que hoy tenemos: un México empobrecido y envuelto en una vorágine violenta.
El hecho de que
Josefina Vázquez Mota haya logrado ser candidata del partido más conservador de
nuestro país, es producto de más de 50 años de movimiento feminista por el respeto
a los derechos políticos de las mujeres.
Y del trabajo arduo de
los últimos 20 años, en los que las militantes de los partidos de izquierda y
del movimiento feminista construyeron el andamiaje jurídico para las cuotas y
la presencia de las mujeres en el escenario público, movimiento en el cual
Josefina no ha invertido tiempo, dinero, ni esfuerzo.
Antes de Josefina como
candidata a la Presidencia de la República, cuatro mujeres han estado en su
mismo lugar.
La primera, doña
Rosario Ibarra de Piedra (en 1982 y 1988, postulada –en ambas ocasiones– por el
PRT), y quien es un personaje que encarna la lucha de las madres en la búsqueda
de sus hijos, durante la guerra sucia que mantuvo el PRI-gobierno hacia las
organizaciones sociales y políticas contrarias a él.
Marcela Lombardo Otero
(en 1994, por el extinto PPS); Cecilia Soto (en 1994, por el PT), y Patricia
Mercado (en el 2006, por el Partido Alternativa Socialdemócrata), quien es
constructora del movimiento feminista y demócrata en el país, y que hasta hoy,
sigue impulsando la democracia paritaria desde la sociedad civil, y a través de
la iniciativa SUMA.
Josefina Vázquez Mota,
alejada de esta construcción y beneficiaria de ella, hoy aluce al género en un
desconocimiento que la lleva una y otra vez a contradecirse.
El ser mujer, tener
sexo femenino como hecho biológico no implica más que eso, ser la hembra de la
raza humana; esto no la hace ni más buena, ni más inteligente, ni nada mejor en
relación a los hombres como ella lo maneja y lo proyecta.
No es por naturaleza,
ni es herencia inscrita en algún cromosoma que el ser mujer la haga mejor ni
más apta para gobernar un país; ella tiene una posición política, pertenece a
un partido y cuenta con una práctica política que la define y nos indica que
continuará, como ella también lo ha reiterado, con la política de sus
antecesores, Vicente Fox y Felipe Calderón.
Como tampoco el ser
mujer nos hace por naturaleza las “que siempre las riendas de la casa han de
llevar, las que enseñan y educan, te inculcan lo primordial”, como narra su
corrido que abrirá todos sus mítines y actos públicos de campaña, y que
contradice la visión de género fomentando, además, una falsa idea de guerra
entre los sexos.
Lo que la teoría de
género explica es que nada de las asignaciones dadas hasta el día de hoy a las
mujeres y los hombres son naturales por el simple hecho de tener un sexo
biológico. Y explica que estas asignaciones son construcciones socioculturales
históricas, que han legitimado la desigualdad femenina y han construido una
supremacía masculina.
La perspectiva de
género explica que los estereotipos han servido como anclajes históricos para
discriminar a las mujeres y mantenerlas en el mundo privado, haciéndolas
responsables de la administración de la casa, de la educación, la transmisión
de la cultura, el cariño, haciendo de su vida y de sus cuerpos instrumentos al
servicio de los otros, especialmente de los hombres.
Y los varones, al
quedarse en la repartición con el espacio público, han sido los que
históricamente se han apoderado del gobierno, la toma de decisiones, manejando,
concentrando y distribuyendo los recursos económicos.
Josefina Vázquez Mota
es beneficiaria de la lucha feminista, al igual que millones de mujeres en el
mundo, pues las feministas han luchado por los derechos de todas las mujeres.
Ser beneficiaria de esta lucha no la hace representante de las mujeres.
La historia también nos
ha demostrado que una mujer funcionaria no necesariamente está a favor de
nuestros derechos o enarbola los principios políticos del feminismo. El cuerpo
femenino no es garantía de conciencia de género, como tampoco es que por ser
mujer las mexicanas deban votar por ella.
Impulsar la idea de que
las mujeres deben votar o apoyar a otras mujeres por el simple hecho de serlo
se llama mujerismo, lo cual nada
tiene que ver con el feminismo como corriente política-filosófica. Utilizar de
manera proselitista el hecho de ser mujer como sinónimo de cambio político, es
una deformación perversa.
Si Josefina quiere ser
distinta, eso implica un cambio de rumbo en su propuesta política; si fuera así
ella no estaría abanderando al partido político que ha buscado regresar al
siglo XVIII a las mexicanas a través de políticas que refuerzan su permanencia
en el hogar y la sobrecarga de trabajo para ellas; esto no lo va hacer.
Sin duda la Presidencia
no es una cuestión de género, el proceso político sí lo es.
*Directora general de
CIMAC.
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